Por la mañana me dan un mendrugo de pan; para comer, unas gachas de alforfón; para cenar, otro mendrugo de pan. Nunca me dan otra cosa, ni siquiera una taza de té.
Este se apartó el cigarrillo de los labios y, viendo que a su alrededor no había ningún cenicero, lo tiró en una taza de té. Luego levantó el brazo y dijo